Las radiaciones ionizantes son
conocidas entre la población más por sus efectos secundarios tóxicos que
benéficos, lo que causa un rechazo o temor cuando se le informa al paciente o
su familiar que amerita un esquema de radioterapia. Mas sin embargo, ante una
enfermedad tan agresiva que pone en riesgo la vida del ser humano como lo es el
cáncer, pues debemos hacer un balance entre los riesgos y beneficios para tomar
la mejor decisión por la sobrevida y calidad de vida del paciente. Pero para
esto debemos contar con toda la información disponible, y que esta sea precisa,
objetiva y confiable.
Las
radiaciones primero que todo están en nuestro día a día en diferentes
espectros, desde la luz del sol, hasta el televisor y horno microondas que
tenemos en nuestros hogares. En nuestro caso usamos la potencia ionizante de la
radiación de ciertos elementos naturales, así como a partir de máquinas hechas
por el hombre, para impactar el ADN celular y desestabilizar por formación de
radicales libres la capacidad de multiplicación de la misma, esto se refleja en
la muerte de las pequeñas partes que componen un tumor. Debemos acotar que un
tumor puede ser benigno (por multiplicación acelerada de células normales, sin
posterior metástasis), o maligno (multiplicación acelerada de células
anormales, que pueden posteriormente producir metástasis o siembra en un lugar
distante al inicial); de acuerdo a estos conceptos la radioterapia puede tener
aplicación en ambas entidades.
Por ende, si es cierto que la radiación
ionizante en este caso es toxica, pues es impartida en tejidos tumorales con
fines terapéuticos dentro de los protocolos oncológicos, pero también puede llevar
toxicidad a los órganos sanos que rodean la región enferma con factibles
consecuencias a largo plazo para el paciente. Sin embargo, volvemos a comentar
el escenario del riesgo beneficio ante una enfermedad que amerita estos medios
para llegar a la curación.
La buena
noticia es que la tecnología está a nuestro favor para adaptar el tratamiento
lo más ajustado posible a la región enferma y poder preservar los tejidos
normales con los mínimos riesgos. Es lo que llamamos en Radioterapia la
localización y “Conformación” guiada por imágenes tomográficas del tratamiento,
para ser ejecutado con alta precisión desde un Acelerador Lineal. Los
Aceleradores Lineales existen desde los años 1.950, han evolucionado con los
avances tecnológicos, siendo capaces actualmente de hacer conformaciones
milimétricas, resultando esto para el paciente en menores manifestaciones agudas y
tardías, con el mejor resultado terapéutico.
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